La BRI de China conquista el mundo: ¿está Europa preparada para responder?
China parece estar superando a Europa en inversiones mundiales en infraestructuras, y los líderes de la UE están alarmados por las posibles consecuencias. ¿Cómo se beneficia China de la expansión de la Ruta de la Seda a otros continentes, y cuál podría ser la respuesta de Europa?
La reciente filtración de un documento de la UE en el que se destacan los peligros de la creciente influencia de China y Rusia en América Latina vuelve a poner en primer plano el transporte y la política. El documento del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) filtrado al diario español El País destacaba que «China es el primer o segundo socio comercial más importante de los países de América Latina y el Caribe, desplazando a la UE y superando a Estados Unidos en muchos países».
Además, el documento advertía de que la UE debería tomar medidas inmediatas para restaurar su influencia regional lanzando más inversiones. Por ejemplo, se promueve un plan de inversiones de 8.000 millones de euros para asignar en Sudamérica, con el transporte y las infraestructuras convirtiéndose gradualmente en la herramienta para aumentar la soberanía política.
Una mirada al pasado
El proyecto chino Belt and Road Initiative fue lanzado por el presidente chino Xi Jinping en 2013. Se trata de la principal estrategia económica y de cooperación internacional de China, centrada principalmente en inversiones en infraestructuras que mejoren la conectividad entre diferentes regiones y potencien la cadena de suministro global.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta también se conoce como la Nueva Ruta de la Seda, inspirada en la antigua Ruta de la Seda que atravesaba los territorios euroasiáticos. Muchos piensan que la Nueva Ruta de la Seda sólo se reduce al transporte terrestre, es decir, al ferrocarril. «De hecho, la red de trenes China-Europa a través de Eurasia es un componente principal de la BRI», explica Frans-Paul van der Putten, experto independiente y consultor sobre China y geopolítica.
Sin embargo, el proyecto chino también incluye la Ruta Marítima de la Seda, que se centra principalmente en el desarrollo de enlaces de transporte marítimo. «A través de los puertos de Asia y Europa, la Nueva Ruta de la Seda está vinculada a las redes de transporte marítimo, que a su vez conectan todos los continentes», afirma van der Putten. En este sentido, las inversiones de China en otros continentes, como América Latina o África, tienen sentido en el contexto de la BRI.
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La BRI en América Latina
Hasta ahora, la BRI incluye149 países de todo el mundo. Hablando de América Latina, 21 de los 33 países de la región forman parte del proyecto. Estos países se encuentran en América Central, del Sur y el Caribe. Entre ellos están Argentina, la última incorporación del BRI, Bolivia, Chile y Cuba.
El impresionante y creciente número demuestra que la mayoría de los países latinoamericanos ya están recogiendo los frutos de su cooperación financiera con China. Sin embargo, «China también se beneficia de invertir en Sudamérica, ya que esto fortalece sus relaciones diplomáticas con los países de la región, proporciona acceso a mercados y materias primas, y ayuda a las empresas chinas a internacionalizarse. Cooperar en la BRI con los países sudamericanos refuerza el estatus de la BRI como iniciativa global y el de China como actor principal en la globalización y el desarrollo internacional», subraya van der Putten.
El papel y la respuesta de Europa
La creciente influencia de China en América Latina supuso un «toque de atención» en las sedes europeas, y la UE decidió tomar medidas inmediatas de inversión para mitigar la expansión global de China. Sin embargo, la implicación de China en la región no es nueva ya que, como dijo van der Putten, «al igual que en otras áreas, los países de Sudamérica se unieron al BRI gradualmente» y no de la noche a la mañana.
En consecuencia, el pánico observado en Bruselas no se debe a la rápida expansión de China, sino probablemente a una tardía toma de conciencia europea de que está perdiendo valiosos aliados de ultramar. «Para Europa, la BRI significa un papel menos central en las redes de transporte intercontinentales», explica van der Putten. Pero además de reducir su papel en el transporte intercontinental, Europa corre el riesgo de perder también su influencia política, ya que las inversiones y el acceso a los mercados internacionales van de la mano de la soberanía política.
Sin embargo, ¿existe una solución drástica que pueda anular o neutralizar el equilibrio de poder mundial? «Hasta cierto punto, la UE puede contrarrestar la creciente influencia de China manteniendo y reforzando sus vínculos de transporte con América Latina, África y Asia. Sin embargo, dados los fuertes lazos económicos entre China y los países en desarrollo, la UE no puede impedir que China se convierta en un actor influyente en las redes mundiales de transporte», concluyó van der Putten.
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