Aumenta la competencia entre China y EE.UU. en África, con el ferrocarril en su epicentro

Una política china más cautelosa respecto a las inversiones en infraestructuras ferroviarias en África y un repunte del interés por ellas por parte de EE.UU. podrían hacer que ambos Estados compitieran entre sí para construir enlaces ferroviarios y asegurar el suministro de recursos preciosos.

A pesar de que China es el principal inversor en infraestructuras en varios Estados africanos, al tiempo que accede a sus recursos naturales, Estados Unidos también está entrando en el juego con un ímpetu aparentemente beneficioso al desplegar la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Mundiales (PGII) creada por el grupo del G7.

Ello se debe a que China se lo piensa ahora dos veces antes de invertir en infraestructuras ferroviarias por temor a aplicar la «diplomacia de la trampa de la deuda» y porque necesita estar segura de que el rendimiento de las inversiones será rentable, lo que no siempre es el caso. En consecuencia, podría parecer que la influencia china en África y las inversiones ferroviarias pertinentes están retrocediendo. Sin embargo, la situación tiene más capas.

Proyecto ugandés cancelado

A principios de año, el gobierno ugandés anunció la cancelación de un acuerdo de 2.200 millones de dólares con la empresa china China Harbour and Engineering Company Ltd (CHEC) para construir una línea ferroviaria desde la capital ugandesa, Kampala, hasta Malaba, ciudad fronteriza con Kenia. El Estado africano ya estaba barajando la posibilidad de ceder este proyecto a la empresa turca Yapi Merkezi para que se hiciera cargo del mismo.

Según un informe del South China Morning Post, el acuerdo con la empresa turca ya está cerrado, se espera que las obras comiencen en septiembre y los funcionarios ugandeses citados afirman que el proyecto será financiado por la agencia británica de crédito a la exportación UK Export Finance y el Standard Chartered Bank.

¿Podría ser una pérdida para China? El mismo informe subraya que la participación turca en el proyecto ugandés de 273 kilómetros de ancho de vía estándar podría desviar la atención china hacia Kenia, concretamente hacia la financiación de la línea Naivasha-Malaba. Esta línea será una prolongación de la línea Kampala-Mabala construida en el lado ugandés. Los expertos se muestran ambiguos sobre si China financiará este proyecto. Por un lado, podría ser beneficioso desde el punto de vista geopolítico; por otro, el enfoque más cauteloso de China a la hora de conceder préstamos podría bloquear una inversión de este tipo.

Estados Unidos interviene

Durante la última reunión del G7, Estados Unidos reveló sus planes de financiar la ampliación ferroviaria del Corredor Ferroviario Atlántico de Lobito en África, que conecta el puerto de Lobito en Angola con la República Democrática del Congo (RDC). La financiación del proyecto costará unos 250 millones de dólares y será ejecutada por la Corporación Internacional de Financiación del Desarrollo (DFC) de Estados Unidos. Será la primera inversión ferroviaria de DFC en África.

Aparte del desarrollo de infraestructuras, este proyecto tendrá otros dos objetivos principales: equilibrar la influencia de China -al fin y al cabo, para eso se lanzó la iniciativa PGII- y acceder a los recursos naturales de África, en concreto minerales como el cobalto, el litio y el grafito, cada vez más cruciales para la economía mundial en el contexto de la transición verde. Cuando está operativo, el corredor de Lobito ya sirve para el transporte de volúmenes mineros.

Hechos y conclusiones

Los principales hechos relativos a las inversiones en infraestructuras ferroviarias en África son cuatro: en primer lugar, China está aplicando un enfoque más reflexivo de la relación coste-beneficio cuando se trata de inversiones, mientras que ya lleva años establecida como potencia influyente en el continente con acceso a infraestructuras y recursos naturales.

En segundo lugar, Estados Unidos está intentando entrar en el juego, cosechar los beneficios de la riqueza mineral de África y establecerse gradualmente como potencia económica y posiblemente política de contrapeso en el continente. En tercer lugar, el ejemplo ugandés demuestra que los Estados africanos podrían ser más flexibles a la hora de financiar proyectos de infraestructuras ferroviarias y no depender únicamente de China. Esta situación podría indicar que, efectivamente, existe una apertura para Estados Unidos en el mercado africano.

En cuarto lugar, los recursos naturales de África, cruciales para el futuro del planeta y la transición energética ecológica, parecen ser el verdadero premio en este caso, ya que acceder a ellos será esencial para que grandes economías y productores industriales como EE.UU. y China aseguren el suministro de sus industrias en los próximos años y sigan compitiendo entre sí también en términos de producción y volumen comercial.

Por consiguiente, no parece que vaya a producirse una retirada china de la región. Por el contrario, los crecientes intentos de Estados Unidos de implicarse en África y la voluntad de los Estados africanos de buscar inversores alternativos hacen que tal caso parezca probable. Sin embargo, China sigue ahí, sus flujos de capital también, y la implicación de más actores probablemente dará lugar a una mayor competencia con resultados bastante interesantes.

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Este artículo ha sido traducido automáticamente del original en inglés al español.

Autor/a Nikos Papatolios

Fuente: RailFreight.com