Sorpresa política con el anuncio de una nueva huelga ferroviaria en Gran Bretaña
El conflicto laboral que azota actualmente a la red ferroviaria británica se ha cobrado una víctima política de alto nivel. Sorprendentemente, para algunos chocante, el Partido Laborista, de la oposición socialista, ha despedido a su secretario de Transporte en la sombra, Sam Tarry. El partido ha comunicado que el político ha sido destituido de su alto cargo en el gabinete en la sombra por hacer declaraciones no autorizadas a los medios de comunicación mientras formaba parte de un piquete en la estación londinense de Euston.
La huelga general convocada ayer por 40.000 miembros del sindicato RMT paralizó la red y provocó el despido de Tarry. La medida, respaldada directamente por el líder del Partido Laborista, Kier Starmer, ha sido recibida con incredulidad por el gobernante Partido Conservador. Fuentes de su dirección lo califican de espectacular autogol político. Los líderes sindicales -incluidos los del sindicato ferroviario TSSA, al que Tarry pertenecía desde hace tiempo- se han mostrado conmocionados. En lo que se considera una traición a la clase trabajadora que apoya al partido, un dirigente sindical afirmó que el partido se había vuelto irrelevante para las necesidades de los británicos de a pie.
Cambio de opinión entre políticos y ciudadanos
La noticia del despido de Tarry eclipsó los resultados más importantes del paro del miércoles. El apoyo de los miembros del sindicato RMT siguió siendo sólido, con observaciones independientes que informaban de que el ochenta por ciento de los servicios en el territorio continental británico no funcionaron, siendo los horarios de pasajeros los más gravemente afectados. Las operaciones de transporte de mercancías no se libraron de la interrupción, pero la falta de implicación directa en la disputa liderada por el RMT mitigó los efectos, en la medida en que el tráfico de mercancías pudo circular, dada la implicación del personal de señalización de Network Rail.
Lo más revelador es que la simpatía de la opinión pública por el conflicto ha disminuido en varios medios de comunicación. La tolerancia hacia la huelga ha disminuido visiblemente, y Grant Shapps, del gobierno británico, ha aprovechado esta circunstancia. Lejos de ser desplazado de su posición, el Secretario de Transporte pasó a la ofensiva durante la acción de ayer, para subrayar lo que afirmaba era la intransigencia de los líderes sindicales para presentar a sus miembros cualquier oferta revisada de Network Rail y los operadores de pasajeros. Afirmó, en cambio, que las conversaciones estaban estancadas a nivel ejecutivo nacional y que el conflicto no era más que el último de una interminable lucha de poder por el control del ferrocarril en el Reino Unido.
Aislamiento y atrincheramiento para nuevas acciones
Los sindicatos, por su parte, como es lógico, han refutado las afirmaciones de Shapps. La línea del RMT es que las ofertas sobre la mesa siguen siendo insuficientes para satisfacer las demandas de los afiliados. Tal y como están las cosas, consideran que su posición está cada vez más aislada políticamente y cada vez más atrincherada. La hostilidad abierta hacia el Partido Conservador en el poder se alía actualmente con la consternación hacia el Partido Laborista en la oposición, este último históricamente aliado de la clase obrera. Sin embargo, la negativa de los laboristas a respaldar las huelgas, y la prohibición a los funcionarios del partido de manifestar su apoyo, ha confundido a sus miembros de base.
Las repercusiones para los laboristas podrían sentirse no sólo en las urnas, sino también en las arcas del partido. Muchos sindicatos (incluido el TSSA) son afiliados y donantes del partido. En particular, RMT no lo es. Sin embargo, el sindicato de maquinistas, ASLEF, votó recientemente a favor de seguir afiliado al Partido Laborista, y ha convocado a sus miembros a la huelga este sábado (30 de julio). Tanto RMT como ASLEF han convocado nuevas huelgas para agosto. TSSA ha convocado con éxito a sus afiliados en varias empresas ferroviarias y se sumará a las huelgas de los días 18 y 20 de agosto.